Los Lakers someten a Butler y acarician el anillo de campeones

 NBA | FINALES 2020

Los Lakers someten a Butler y acarician el anillo de campeones

Los Lakers someten a Butler y acarician el anillo de campeones


Precioso y tenso cuarto partido de las Finales, resuelto por el excepcional trabajo defensivo de los Lakers, especialmente de Anthony Davis. Caldwell-Pope, decisivo al final.


A una victoria del anillo, diez años después del último. A cuatro cuartos, 48 minutos de baloncesto. Un suspiro, todavía más en una temporada que empezó el 22 de octubre y que se ha convertido en un maratón extenuante que va a premiar al que ha sido mejor por tierra, mar y aire. En formato tradicional y en la burbuja, con público y sin público: mental y físicamente. A una victoria después de seis años seguidos sin jugar playoffs, el hundimiento histórico de una franquicia que solo había faltado a las eliminatorias antes, hasta ese fatídico 2014, cuatro veces desde su mudanza a Los Ángeles, en 1960.

A una victoria del anillo 17, de completar una carrera de más de medio siglo por igualar a Boston Celtics, el eterno rival que en 1986 dominaba el pulso por un rotundo 16-9. A una de la gloria y sin más obligación ya que no perder tres partidos seguidos para cerrar la temporada. En todos los playoffs solo han concedido cuatro (15-4), así que hasta las matemáticas envían ya destellos en púrpura y oro. Los Lakers, después de 67 victorias entre Regular Season y playoffs, con burbuja y sin ella, solo necesitan una más, un pasito casi insignificante… pero en realidad el más importante de todos. El que devolvería definitivamente la gloria a una franquicia que la personificó, perdió el norte casi por completo y está regresando en tiempo récord. Después de seis años con balance negativo y sin playoffs, su reaparición está a punto de no ser una primera piedra sino, salvo milagro de los Heat, la catedral completa. No hay forma mejor, ahora mismo, de explicar lo que son los Lakers. Y lo que siempre han sido y están volviendo a ser. El viejo rey a punto de coronarse. También en una nueva era a la que hace no tanto parecía ni pertenecer.

Una batalla hasta el último minuto

A los Lakers les queda un paso… pero nada hace indicar que lo vayan a dar paseando. Miami Heat no va a claudicar. No se puede apostar a que el equipo de Spoelstra vaya a romperse ni a quedarse mirando mientras agasajan a un rival que exprimió hasta la última gota de la reserva de energía en un cuarto partido (96-102) que colocó el 3-1 después de una batalla colosal. Esto, ni más ni menos, fue un partido de las Finales de la NBA. En toda su gloria, en toda su crudeza, en toda su belleza embarrada. Tensión, defensas al límite, rebotes de ataque que resonaban como el movimiento de placas tectónicas. Cada triple parecía valer 8 puntos, cada pérdida parecía crucial, cada posesión pesaba como el plomo. Después de tres partidos de signo irregular pero un color claro (dos de los Lakers, uno de los Heat) el cuarto fue la gran colisión que todo el mundo esperaba, la pieza central (por ahora: veremos) de estas Finales 2020.

Y ganaron los Lakers. Que están 56-0 cuando mandan después de tres cuartos (esta vez 70-75) y que, y este es el dato que les empuja hacia el título, no han perdido (4-0 tras derrota) dos partidos seguidos en playoffs. Siempre se recomponen, siempre ajustan, siempre muestran como mínimo la misma necesidad que su rival. En ese sentido, estos cuatro actos de las Finales se han parecido a los cuatro primeros del Lakers-Nuggets anterior: una exhibición para empezar, un segundo partido más igualado, una derrota en el tercero y un ejercicio de responsabilidad competitiva, esfuerzo y voluntad en el cuarto. Entonces crucial, veremos ahora. Solo una vez se ha remontado un 3-1 en las Finales. Fue, nadie lo habrá olvidado, el milagro de los Cavaliers en 2016 contra los Warriors del 73-9. El milagro de un LeBron que, aunque solo sea por ese feliz recuerdo, no dejará que su equipo baje la guardia. Le separa un partido, 48 minutos de baloncesto, de su cuarto anillo con tres camisetas diferentes y siempre como jugador franquicia. Algo que no ha hecho nadie. Y tiene tres balas. ¿Alguien se atreve a apostar contra él?

Los Heat mantuvieron el plan que había funcionado dos días antes. Y en gran parte volvió a dar resultado, al menos por lo que se refiere una defensa que sigue colapsando la zona, creando atascos cerca del aro y haciéndoles la vida difícil a LeBron y, sobre todo, Anthony Davis. El gran problema de los Heat, que además recuperaron a Adebayo (no todavía a Dragic, que se probó durante el calentamiento), es que su ritmo de ataque bajó dramáticamente después de anotar casi a placer en muchos tramos de los dos partidos anteriores. Enfrente se encontraron a unos Lakers que cambiaron radicalmente de actitud, subieron revoluciones por físico y concentración y jugaron un monstruoso partido defensivo. Impecable, temible. Los Heat se quedaron en 96 puntos a pesar de que en el último cuarto le entraron los triples a Tyler Herro (21 puntos, 7 rebotes). Un esfuerzo tremendo para molestar a los tiradores y un cambio de formato en la protección contra las penetraciones de Jimmy Butler, que esta vez se quedó en 22 puntos (con 10 rebotes y 9 asistencias: muy bien pero no excelente), solo nueve en la segunda parte. Frank Vogel lanzó a Davis sobre él después de los bloqueos y el ala-pívot realizó un trabajo descomunal, que pudo valer un buen trozo del anillo. Su presencia defensiva fue el elemento diferenciador, la clave. Como en tantos y tantos partidos.

Davis, que sufrió mucho para anotar durante dos cuartos y medio, acabó con 22 puntos, 9 rebotes, 4 asistencias y 4 tapones. Y metió el triple definitivo a 39 segundos del final, para un 100-91 que dio a los Lakers un por fin tranquilizador +9. La mayor ventaja para cualquiera de los dos equipos en una noche de cuchillos largos y en la que todos los jugadores que pisaron la pista sabían lo que había en juego. Sobre todo LeBron, que para algo está en sus décimas Finales. Después de empezar otra vez con muchas pérdidas por forzar pases hacia la pintura, y de jugar un gris primer tiempo, acabó con una en toda la segunda parte (6 totales), 11 puntos en el último cuarto y un 28+12+8 que le elevó en un tramo decisivo en el que fue superior a Butler. Algo que también necesitaban los Lakers, incluso anímicamente. LeBron, 35 años, promedia en la serie 27,8 puntos, 11 rebotes y 8,5 asistencias con un 54% en tiros. Y lleva seis playoffs en su carrera rebasando el 500+100+100. En toda la historia, solo ha logrado algo así un jugador más… y solo una vez: el inolvidable Larry Bird.

Los Heat tuvieron su momento, sobre todo en un segundo cuarto en el que los Lakers fallaron muchos tiros. Después del descanso, ya con los nervios a flor de piel, sobrevivieron punto a punto hasta llegar 88-90 a los últimos tres minutos. Ahí recibieron cinco puntos (un triple y una penetración firme) de Kentavious Caldwell-Pope, que además de matarse en defensa inclinó casi definitivamente el partido y acabó con 15 puntos y 5 asistencias. El mejor de unos secundarios en los que todos (Rondo, Morris, Green, Caruso, Kuzma…) aportaron. Sin fuegos artificiales, pero con hormigón y alambradas. Así son estos Lakers 2019-20 y así ganaron el partido que les devuelve la inercia de las Finales después de dos días de rebelión de los Heat, que tienen ahora casi 72 horas de descanso hasta que jueguen para intentar salvar el primer match ball (la noche del viernes, 03:00 hora española). Difícilmente podrán hacerlo si vuelven a meter menos triples (11 por 14) y si no pueden vivir de los groseros fallos que los Lakers cometieron en el tercer partido y no repitieron esta vez: 15-15 en pérdidas, 32-34 en puntos en la pintura…

Fue una batalla tremenda, un gran partido de Finales, un duelo con sensación de decisivo desde el salto inicial. Un brutal ejercicio de intensidad de dos equipos que se desfondaron y cruzaron golpes hasta el último minuto. Y ahí se impusieron, cuestión de defensa y voluntad, los Lakers: 3-1 y el decimoséptimo a un solo paso.

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