Sorpresa histórica: Denver elimina a unos horribles Clippers
PLAYOFFS NBA | CLIPPERS 89 - 104 NUGGETS (3-4)
Sorpresa histórica: Denver elimina a unos horribles Clippers
Los angelinos vuelven a colapsar inexplicablemente y cierran una temporada que acaba en fracaso. Jokic y Murray completan otra remontada histórica.
Se acabó para los Clippers una temporada que nunca empezó. Ni los favoritismos forzados, la existencia de Kawhi o los movimientos veraniegos han conseguido superar algo difícil de creer para los aficionados, pero que responde a lo que este equipo ha sido durante todo el año: una caricatura de un proyecto campeón, con unos jugadores que prometían campeonatos y una estrella con una corona que ya no tiene. Una plantilla que no ha estado junta, ni fuera ni dentro de la pista, en casi todo el año, y que ha abanderado un load managment que ha acabado siendo disfuncional y costando muy caro a un grupo de baloncestistas que han descansado mucho y han coincido poco, algo indispensable para crear una química grupal que han demostrado tener tanto los Mavericks como los Nuggets, sus dos rivales en playoffs este año y los dos únicos que van a tener tras una eliminación inesperada pero a todas luces merecida.
Y, por supuesto, unos Lakers que se identifican con un estilo y han estrechado lazos sociales en contraste con su némesis, cuyo colapso ha sido absolutamente histórico y se ha repetido hasta en tres ocasiones consecutivas, decantando la balanza de una serie que muchos describían como un mero trámite de cara a una serie que parecía estar destinada (contra LeBron), pero que se ha quedado donde nadie imaginaba. Lo dijimos, cuando perdieron el quinto partido, también el sexto. Al final ganarán; también cuando iban por delante en el segundo cuarto y por detrás en el tercero. Al final ganarán. Y mira tú por dónde, no han ganado. De hecho, han sido protagonistas de un bochorno histórico dentro de una franquicia tradicionalmente perdedora cuya dinámica prometían cambiar. Algo que, ya se sabe, no han hecho. Pero claro, se puede perder y perder. Se puede caer ante un rival de igual talento tras una serie competida o ver como te remontan un 3-1 de manera inexplicable y por 13ª vez en la historia (las dos últimas han tenido de ganador a los Nuggets) para mandarte a casa sin que sepas cómo ha podido ocurrir algo que ya no puedes cambiar.
Hoy las ventajas no se han ido a los 20 tantos, pero sí a los 12, una renta con la que contaban en el segundo cuarto. Eso sí, Denver afrontaba el partido sin nada que perder y con mucho que ganar, y se enfrentaba a un equipo que ha planteado el duelo con la misma actitud que los anteriores. Apatía absoluta, casi indiferencia y una sensación de que en cualquier momento apretarían un interruptor y se harían con la victoria que no ha existido. Ese lugar está reservado para unos pocos elegidos, como los Warriors de 2018 (Durant, Curry, Klay, Draymond...), y los Clippers han demostrado estar muy por detrás de ellos tanto en talento, como en sincronía y colectividad. En el primer periodo apenas se iban con empate a 24 a pesar de las siete pérdidas de los Nuggets. Jokic, con 8+6+4 sostendría a los suyos y Murray lideró una nueva remontada en el segundo periodo con 20 tantos (25 al descanso), que dejaban a los de Colorado con solo dos tantos de desventaja. Tras el intermedio, una canasta de Zubac y un triple de Beverley ponían un +7 que fue más que un espejismo: un parcial de 0-8 de los Nuggets les daba la delantera... una que ya no soltarían.
Denver entró ocho arriba a los 12 minutos finales, el trabajo de Grant sobre Kawhi, que ha dado frutos muy maduros, se desarrolló más todavía, dejando al alero en 14 irrisorios puntos y una serie de tiro vergonzosa (6 de 22). Los Clippers estuvieron hasta siete minutos sin anotar un tiro de campo en el último periodo, y cuando lo hizo ya era tarde. Los de Mike Malone (soberbio en la serie, se ha comido a Doc Rivers) tuvieron un breve momento de duda para afianzar luego su ventaja y aumentarla paulatinamente hasta sentenciar, con un triple de Murray a poco más de dos minutos para el final, una ventaja ya insalvable (80-98). El resto, fue un paseo para un equipo que ni se creía lo que estaba consiguiendo y otro que vio cómo se cumplía una pesadilla que nunca se creyeron pero que no se esforzaron por evitar. Los Clippers siguen siendo una de las pocas franquicias que jamás ha jugado una final de Conferencia, y tiene un récord de 0-8 cuando le ha tocado enfrentarse a partidos para la clasificación. Y Doc Rivers, al que se le acaba el crédito, ha caído hasta en seis ocasiones cuando ha tenido ventajas de 3-1 o 3-2 en una serie de playoffs.
La fe de los Nuggets y el hundimiento de los Clippers
El pundonor y el creer hasta las últimas consecuencias de los Nuggets les ha llevado a un lugar en el que nadie les esperaba, siendo el último equipo en llegar a las finales de Conferencia, algo que hacen por primera vez desde 2009 viéndose con el mismo rival. Antes, los Lakers de Kobe; hoy, los de LeBron. Son el primer equipo de la historia en remontar un 3-1 en dos series consecutivas, y han consolidado a Jokic y Murray como estrellas adimensionales comparables a los mejores. El serbio, que ya llevaba triple-doble en el tercer cuarto, ha acabado con 16 puntos, 22 rebotes y 13 asistencias, a los que ha añadido 2 robos y 3 tapones. Y Murray se ha ido a 40 tantos (+4+5), con 15 de 26 en tiros de campo y 6 de 13 en triples. Jeremy Grant y Gary Harris (14 por cabeza) han acompañado y han sido un pilar defensivo espectacular y ni siquiera Michael Porter Jr. ha tenido que hacer su enésima aparición milagrosa para salvar a un equipo que no necesita salvación y que puede darse por satisfecho esta temporada, que ha acabado con un inopinado pero muy merecido sobresaliente. Y ojo, que nadie se relaje y los Lakers menos: si están ahí es por algo. Y que no sean favoritos no les importa. Siguen sin nada que perder y sabiendo que todo lo que llegue a partir de ahora es un regalo.
¿Y los Clippers? Al rincón de pensar. Ya veremos qué decisiones toma un Steve Ballmer al que hoy se le vislumbraba la cara de pocos amigos incluso a través de la mascarilla (¿peligra realmente el puesto de Doc Rivers?), pero algo hará. Las dos victorias del año pasado en primera ronda ante los Warriors fueron gloria, pero este año el objetivo era el anillo y una derrota se podía asumir ante rivales de teórico más calibre. Ya veremos cómo transcurren los movimientos para los angelinos en los próximos meses (Kawhi, deducimos, seguirá siendo intocable), pero habrá que replantearse cómo encarar las temporadas, con quién y si el load managment es o no lo mejor para un contender. Sobre todo si se practica en demasía y no con un solo jugador, como pasó con los Raptors y Leonard hace un año. Eso sí, las conclusiones podrían ser más simples. Quizá, solo quizá, el problema de los Clippers sea que Beverley no es tan bueno como muchos defienden, que Lou Williams en playoffs siempre ha pinchado (7 puntos hoy y 1 de 11 en triples en la serie), que Harrell da garantías muy justas, Zubac no es el mejor pívot para ganar un anillo o que Paul George tropieza en la misma piedra año tras año sin remedio ni solución. 10 puntos hoy con 4 de 16 en tiros de campo y 2 de 11 en triples.
Y quizá, solo quizá, la clave también esté en que Kawhi no es LeBron. Por mucho que lo pareciera a ráfagas durante los últimos playoffs (históricos, no lo olvidemos) y que haya sido señalado como el heredero al trono y el dueño de la corona. Porque LeBron, con 35 años y 17 temporadas, sigue en el pie del cañón, mientras que su teórica némesis no ha sido la solución de un fracaso rotundo y sin paliativos, ni ha conseguido echarse el equipo a la espalda en esas ocasiones en los que el hombre llamado a ser héroe es más que necesitado. Ni ha podido resolver cuando su equipo tenía después del cuarto partido, recordemos, un 96% de posibilidades de clasificarse. Quizá, solo quizá, Kawhi todavía no esté codeándose con esa horda de leyendas adimensionales con las que algunos le situaban. Es posible que todavía le falte camino en cuanto a mentalidad y carisma (y capacidad baloncestística, claro) para ser comparado con tales jugadores. Al fin y al cabo, estamos hablando de un grupo muy (muy) reducido al que el alero, de momento, no parece pertenecer. Quizá ehh. Solo quizá.
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