El descaro de Ansu Fati revive al Barça
Huracán Lillard: "Está en la conversación por el MVP"
Es el jugador más en forma de la Liga y consigue otro partido de 50 puntos (51+12 y 9 triples). Nadie había hecho lo que él en los últimos seis encuentros.
El 17 de enero se formó un huracán en Dallas de nombre Damian Lillard. Aquel día el base de los Blazers no impidió la derrota de los suyos a pesar de los 34 puntos y las 10 asistencias con las que acabó el partido. Pero aquello fue un primer aviso de lo que se avecinaba. Al día siguiente en Oklahoma firmó otros 34 tantos y 6 pases de canasta, con una nueva derrota en el bolsillo. Después de eso ha jugado seis encuentro (5-1 para los Blazers) con unos números nunca vistos en la historia de la NBA. Está promediando 45 puntos y 10 asistencias, además de haber metido al menos 6 triples cada noche, algo que tampoco había hecho nadie durante seis encuentros consecutivos.
Por medio han quedo un partido de 61 puntos con 11 tiros de tres y otros dos por encima de 50. El de esta noche sin ir más lejos ha sido uno de ellos. A los Jazz les ha hecho 51 con 12 asistencias y 9 triples. En este tiempo ha metido 49 de los 86 lanzamientos desde el perímetro que ha intentado, rozando el 60% de acierto. Una absoluta animalada. Cuando le preguntan cuál es su secreto, esto es lo que dice: "Simplemente sigo mi rutina. No sé si la gente es consciente de lo fácil que es perderla una vez empieza la temporada, por viajes, temas personales, comienzas a sentirte cansado... Tener una rutina es indispensable para rendir en la pista".
Eso está muy bien, pero algo más tiene que haber, porque no será el único que tenga una rutina durante el año. Quien le haya visto jugar, y no necesariamente ahora que está en su pico más alto de forma, sabrá que estamos hablando de uno de los jugadores más especiales de la Liga por condiciones y talento. Y también por mentalidad, ya que ha dejado claro con sus palabras y sus actos que su intención es triunfar en Portland, aunque el anillo se vea más cerca desde otras ciudades que bien le podrían tentar. Su afición, claro, está encantada con él y en los últimos tiros libres que lanzó antes de irse al banco a poco más de dos minutos para el final le dedicaron el cántico de "¡MVP, MVP!".
Donvan Mitchell, estrella rival y máximo anotador de los Jazz (25) está de acuerdo con esa afirmación: "Está en la conversación por el MVP en mi opinión. Entendió cuál era la situación del equipo respecto a los playoffs con todas las lesiones que han tenido y ha tomado la responsabilidad de llevarles hasta donde se supone que tendrían que estar en una situación normal. Va embalado, no hay quien le pare ahora mismo".
Para los Jazz supuso su cuarta derrota consecutiva y aunque parezca mentira es su peor racha de la temporada. Hace una semana parecían imparables, llegando a situarse segundos del Oeste, y ahora se han desinflado. Es la tercera vez que un jugador les hace 50 o más puntos en lo que va de curso y los Jazz comienzan a dar síntomas preocupantes en la parte defensiva, un aspecto del juego que en la últimas temporadas parecía ser su fuerte. Mike Conley volvió al equipo titular con un 22+4+4 en 30 minutos y los de Utah pelearon hasta el 68-65. A partir de ahí todo lo bueno llegó de parte de los locales, que ya tienen a Jusuf Nurkic entrenado y que con un Lillard a este nivel pueden dar más de un susto si consiguen meterse finalmente en la post temporada.
El descaro de Ansu Fati revive al Barça
El joven delantero marca dos goles y decide un partido en el que los de Setién dominaron al inicio y acabaron dependiendo de Ter Stegen al final.
El Barça de Setién es un adolescente que está en un proceso de crecimiento que se podría resumir en el rendimiento de Ansu Fati, otro proyecto tan incontrolable como prometedor, que decidió el duelo ante el Levante con dos goles para que el Barça ganara por 2-1 y siga la estela del Real Madrid en un partido que tuvo de todo. Una primera parte para entusiasmarse y una segunda en la que los blaugrana volvieron a perder el control de un partido que tenían sentenciado y se encomendaron a su portero para acabar pidiendo la hora.
Después de la victoria del Madrid ante el Atlético al Barça le quedaban tres opciones en su partido contra el Levante: ganar al estilo de toda la temporada en plan patada a seguir, fracasar o bien ganar convenciendo de que la apuesta de Setién tiene recorrido. Todo se quedó a medias. Están en el camino, pero falta cocción. Como en la adolescencia.
A fuerza de experimentar el sistema de ensayo-error, Setién parece que va dando con la tecla que no es ni más ni menos que una versión ambiciosa del concepto anterior. Ante el Levante no es que mantuviera la defensa de cuatro olvidando lo de los tres centrales, sino que incluso apostó en defensa por un doble pivote en defensa con Rakitic apoyando a Busquets para capar cualquier intento del Levante de salir a la contra.
Asentado el centro del campo y la retaguardia, el resto era cosa de Messi, que tuvo media hora de escándalo. Desbordó en la banda, creó en el centro y remató, sin suerte, en punta. Y además, ha encontrado en Ansu Fati un socio. Que no es poca cosa. Para ser socio de Messi no basta con ser sensacional, hay que tener ese intangible que hace que Su Majestad te bendiga. Y ahí está Ansu Fati. Probablemente, Ansu no es el mejor jugador que ha jugado con Leo, como no lo era Pedro, pero despunta un brote que ilusiona.
Con un Barça intenso en la presión y bien ordenado en el repliegue, la primera parte fue estupenda para los de Setién, que únicamente echaron en falta colmillo en el área para matar el partido. Griezmann se movía y llegaba con claridad, pero falló de cara a puerta ante las internadas de un Semedo desatado que incluso disparó al travesaño en una de las mejores primeras partes que se le recuerdan de blaugrana.
De la mano de Semedo, de Griezmann y, especialmente, de Ansu, el Barça recuperó la verticalidad con un Messi ejerciendo de quarterback y repartiendo pases que el joven extremo de 17 años aprovechó para marcar dos goles en dos minutos cuando se superaba la media hora de partido.
El Camp Nou, que volvió a tener una muy floja entrada, volvía a creer.
Con el partido perfectamente encarrilado, le quedaba al Barcelona aprobar la asignatura de defenderse con el balón, matar el partido y no dejar que el Levante le creara dudas. Esa materia que disgustó a Setién en ciertos pasajes del partido contra el Leganés el jueves pasado. Y volvió a suspender.
A base de paciencia, el Barça quiso dominar el partido esperando a que la pelota llegara a Ansu o Messi para dar el picotazo definitivo ante un Levante que tuvo la oportunidad de acortar distancias en un momento en el que el Barça se fue del partido tras un saque neutral. Rochina, con todo a favor envió la pelota a las nubes.
A partir de ahí, el Levante vio que el Barça era débil atrás y Ter Stegen se tuvo que lucir ante Morales. Los blaugrana no lograban dormir el duelo y el equipo blaugrana volvía a fiar su suerte al portero alemán, que en el minuto 66 evitó el gol de Hernani. Para entonces, Piqué ya había visto la amarilla que daba la sensación de estar buscando desde el inicio del partido.
Para tratar de asentar el juego blaugrana entró Sergi Roberto por Griezmann y Arthur por De Jong mientras el equipo local, Messi se obsesionaba con anotar y Ansu por completar el triplete, mientras que los de Paco López no se rendían y seguían poniendo a prueba al guardameta alemán, que tenía más trabajo que Aitor.
Fue incapaz el Barcelona de mantener su portería a cero ante el asedio de los visitantes y Rochina, en el descuento puso el susto en el cuerpo de los culés al marcar desde la frontal el gol que se merecía un Levante valiente que acabó por hacer sufrir a un Barça que sigue creciendo como el adolescente Ansu, al que se aferró para seguir persiguiendo al Madrid.
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