Pogba es inevitable

Pogba es inevitable



El fichaje de Paul Pogba es una obligación para la directiva blanca después del mal inicio de la temporada por parte del Real Madrid.



Después del mal arranque de la pretemporada, un un empate y dos derrotas, la última desastrosa ante el Atlético, sería difícil de digerir para la afición del Madrid que la entidad no diera a Zidane el único fichaje que ha pedido como imprescindible, el de Pogba. A estas alturas parece obvio que la terna del centro del campo que tantos triunfos ha dado al Madrid, con Casemiro (27 años), Kroos (29 años) y Modric (33 años) necesita una renovación. Tras las salidas de Ceballos y Marcos Llorente, para la medular sólo quedan en el banquillo Valverde e Isco.
El Corriere dello Sport informaba ayer de que el fichaje de Bruno Fernandes (del Sporting de Portugal) por el United era casi un hecho. El traspaso está cifrado en 70 millones de euros y el jugador, según el medio, “pasará en las próximas horas el reconocimiento médico”. Se une el centrocampista portugués a Milinkovic Savic,serbio del Lazio, que también parece haber llegado a un acuerdo para ir a Old Trafford por 75 millones de euros. Ellos parecen ser los dos refuerzos que el United está gestionando para sustituir a Pogba, que ya ha dicho que quiere ir al Madrid. Pero ahora queda lo más difícil, que el Madrid lo consiga sacar a un buen precio.
El United quiere empezar a negociar a partir de los 200 millones (por tanto, no saldrá más barato de los 150). Pogba debería heredar los 14,5 millones de sueldo de Bale. El Madrid tenía previsto acelerar por el campeón del mundo francés en los primeros días de agosto y está obligado a ficharle antes del 8 de agosto por dos razones: en primer lugar, porque ese día a las 18:00 horas el United ya no podría inscribir a los sustitutos de Pogba pues se cierra el mercado allí. En segundo término, porque ese fin de semana comienza la Premier y el jugador empezaría a estar en una situación comprometida.

Egan Bernal conquista el Tour: ha nacido una estrella!1


El colombiano se coronará en París, con 22 años, como el primer ganador de su país. Kruijswijk bajó del podio a Alaphilippe. La victoria de Val Thorens fue para Nibali.


El ciclismo toma desvíos imprevistos cada temporada. El guion escrito al inicio de la actual por el Ineos, entonces todavía Sky, situaba a Egan Bernal con la maglia rosa del Giro, la primera grande donde iba a ejercer como líder. Luego tenía que venir a Francia para ayudar a Chris Froome a sumar su quinto Tour. Pero no pasó ni una cosa, ni la otra. Bernal se cayó en vísperas de la ronda italiana y causó baja. Froome también sufrió un terrible accidente previo a la Grande Boucle y tuvo que aplazar el reto. Este domingo, Bernal se subirá al podio de París a sus 22 años, como primer campeón colombiano del Tour. La era Bernal ha comenzado. La historia se reescribe.
Egan Bernal le bastó con resistir en el grupo de los gallos en la última etapa alpinapara salvar el amarillo, en un recorrido que había sido recortado de 130 a 59 kilómetros. Con la regularidad que ha exhibido todo el Tour y con la fortaleza que mostró el día anterior, sólo un infortunio podría haberle tumbado. Recordemos, por ejemplo, las lágrimas de Thibaut Pinot, con una rotura fibrilar que le quebró el alma. Nadie osó desafiar al colombiano y la minietapa abrió otras dos frentes: uno por la victoria, que conquistó Vincenzo Nibali, y otro por el podio final, al que escalará Steven Kruijswijk en lugar de Julian Alaphilippe.
El segundo día de Tour, el domingo 7 de julio, hace ya tanto tiempo que apenas nos acordamos, el Jumbo-Visma ganó la contrarreloj por equipos con autoridad. Habían pasado 20 días desde entonces, muchas emociones, cuando el rodillo neerlandés decidió poner otra vez la maquinaria en marcha. A diferencia de entonces, la etapa se corría en pelotón. Y no era una crono llana, sino una cronoescalada a Val Thorens, el último puerto del Tour. Kruijswijk quería el podio y pidió un ritmo infernal durante esta castrada etapa en la que más de la mitad de los kilómetros, 33, correspondían a la última ascensión.
La cronoescalada por equipos del Jumbo se tomó una pieza mayor a falta de 13 kilómetros: Alaphilippe. El héroe francés se bajaba del podio. En dos días se han esfumado sus sueños, pero el recuerdo que dejará en esta edición engrandece su figura. Un clasicómano que no vino a ganar el Tour, soñó con la hazaña hasta el último momento.
Geraint Thomas, campeón del Tour 2018, felicita en la meta de Val Thorens a su compañero Egan Bernal, que ganará el Tour 2019.
Con esa crisis, Kruijswijk se subía al cajón, pero el Jumbo no tocó el freno por ello. La máquina seguía activa. Primero había tirado Janssen. Luego, Bennett. Por último, De Plus. Faltaba la puntilla del jefe de filas, pero el holandés no arrancó: ya tenía el pie puesto en los Campos Elíseos y se dedicó a defender el escalón. Buchmann también amagó con el asalto a esa plaza, pero lo hizo sin fe. Mientras, Bernal lucía su amarillo sin sobresaltos.
Por delante rodaba Vicenzo Nibali, nada menos que un ganador del Tour, del Giro y de la Vuelta. Un ilustre que ha llegado quemado de la ronda italiana y no ha podido luchar por la general francesa, pero se ha metido en las aventuras de montaña siempre que ha podido y, finalmente, ha atrapado el trofeo gordo sobre la bocina.
A 10 segundos de Nibali entró Alejandro Valverde. Y a 14”, tercero, Mikel Landa. Quizá podrían haber cazado al Tiburón si hubieran arrancado antes, pero el Movistar mostró este sábado la misma foto anárquica y esperpéntica que en otros días. Durante la subida se vio atacar a Marc Soler, a la par que Nairo Quintana salía por detrás de su compañero. En el final de etapa, Valverde superó a Landa, que había saltado antes.
El Movistar cerrará el Tour con la etapa de Nairo en Valloire, con tres ciclistas en el top-10 (Landa, 6º; Quintana, 8º; y Valverde, 9º), y con esa clasificación por equipos que tanto le gusta ganar y que a nadie le importa salvo a sus directores. De paso, y salvo milagro en París, no habrá victoria española en esta edición, que sí hablará castellano, gracias a un colombiano: Egan Bernal. El nuevo rey.

Kawhi y Paul George: una nueva oportunidad para Doc Rivers!!

George y Kawhi en su presentación, con Rivers presente

El técnico, uno de los más valorados de la Liga, podrá optar al anillo que se le ha escapado en los Clippers y que ganó con los Celtics en 2008.


Se abre una nueva era en Los Ángeles. Y no precisamente por los Lakers. Los de púrpura y oro se han movido bien en el mercado de fichajes, se han  hecho con Anthony Davis y han conseguido hacer un equipo competitivo capaz de llegar a unos playoffs que ni huelen desde 2013, cuando Kobe Bryant aún seguía en activo.
No, no es por los Lakers por lo que se abre una nueva era. Sino por el hermano pequeño. El hermano malo. El hermano ya no tan pequeño y ya no tan malo. Los Clippers. El conjunto vecino de una franquicia histórica es uno de los máximos favoritos para el anillo en la 2019/20, algo inédito que pocas veces había visto en su historia.
Los fichajes del mejor jugador del momento, Kawhi Leonard, y de una de las sensaciones de la pasada campaña, Paul George (tercero en la votación para el MVP), unidos a la renovación de jugadores esenciales en el esquema de juego de los angelinos como Patrick Beverly, dejan al equipo como uno de los principales favoritos de cara a la temporada que viene y uno de los mayores atractivos de los últimos tiempos en la Liga.
Eso sí, hay otro nombre propio que parece haber pasado por alto. O al menos, no se le ha tenido en cuenta tanto como su trayectoria y currículum demuestran. Hablamos de Doc Rivers, técnico de los Clippers, uno de los entrenadores más respetados de la competición que tiene en sus manos la posibilidad de ganar un nuevo anillo, que sería el segundo en su carrera tras el conquistado con los Celtics en 2008. 
Rivers, que cuenta con una gran carrera como jugador, llegó a los Magic en la 1999/00, y ganó el premio a Mejor Entrenador del Año en tan solo su primera experiencia en los banquillos de la NBA. A pesar de las lesiones de Grant Hill, el técnico logró sacar lo máximo de Tracy McCrady para alcanzar los playoffs en las tres temporadas siguientes (todas cayendo en primera ronda) antes de ser despedido en la 2003/04, tras un comienzo que se saldó con 10 derrotas en los 11 primeros encuentros de la regular season.
Recaló en los Celtics, el equipo en el que forjó su leyenda. Tocó la fase final en 2005 antes de hundirse en los dos años siguientes. Estuvo apunto de ser despedido por Danny Ainge de cara a la 2007/08, con la vista puesta en el anillo después de los fichajes de Garnnet y Allen, que se unían a Pierce y un joven Rondo en el equipo. El directivo confió en él. Y la franquicia se llevó el primer campeonato desde Larry Bird ganando en las Finales a los Lakers, el eterno rival.
Siguió en Boston hasta 2013, disputando playoffs todas las temporadas, teniendo récords positivos también en todas, sobrepasando las 50 victorias en 4 ocasiones y en dos de ellas las 60. Además, disputaron las Finales del 2010 (derrot ante Lakers) y apunto estuvieron de hacer lo propio en 2012, cuando LeBron enterró definitivamente el proyecto.

Los Clippers: un quiero y no puedo

Su llegada a los Clippers supuso la luz para una franquicia que siempre había estado a la sombra de su hermana mayor y que no lograba avanzar en la fase final con Vinny del Negro en los banquillos. Y esto contando ya con Chris Paul en el equipo.
Con la llegada de 'Doc', los angelinos se convertían automáticamente competitivos, aunque en la fase final no tuvieron más suerte. Mejor récord de la historia de la franquicia en 2013/14 (57-25) y fracaso al año siguiente cuando desperdiciaron una ventaja de 3-1 y de 19 puntos durante el tercer cuarto del sexto encuentro para caer eliminados. La asociación del ya encionado Chris Paul, con Blake Griffin o DeAndre Jordan no funcionó. Años más tarde, Matt Barnes declararía que los egos se cargaron el equipo.
Rivers se refirió a este grupo en la presentación de Kawhi y Paul George, y en declaraciones recogidas por la ESPN habla de la imposibilidad de trasladar a esos jugadores la sensación de urgencia que necesitaban. "Nunca sentí que pudiera hacer que ese grupo entendiera que este era su momento, la urgencia", dijo Rivers. "Cuando vencimos a Golden State (en los playoffs de 2013-14) ellos decidieron al año siguiente que era su momento. No creo que nosotros lo hiciéramos. Simplemente aparecimos y queríamos intentar ganar. Pero eso no es suficiente."
De una forma u otra, Rivers continuó sumando méritos. 4 temporadas de playoffs con más de 50 victorias seguían forjando el currículum del técnico en los Clippers. Tras perder a sus estrellas, siguió haciendo el equipo competitivo, aunque en la 2017/18 firmó su primer año sin playoffs desde 2007. Este último año, en el que perdieron a Harris rumbo a los Sixers a mitad de campaña, tenían un equipo en el que la mayor estrella era Lou Williams, un jugador que no ha sido nunca All Star. Y alcanzaron los playoffs. El siguiente mejor jugador de la plantilla es Danilo Galinari. El resto, jugadores de rol. Patrick Beverly, Wilson Chandler, Mbah a Moute... baloncestistas sólidos que acompañan pero que están lejos de ser las grandes estrellas que juegan en la NBA.

Una nueva oportunidad

Ahora, las cosas han cambiado. Y Rivers, un entrenador ya veterano y curtido en mil batallas, huele el anillo. Sabe que tiene una nueva oportunidad. Que puede volver a conseguirlo. En la presentación de los jugadores, el técnico dejó una reflexión interesante e hizo alusión, una vez más, a los Celtics del big three: "A veces tienes que estar en el momento adecuado de la vida de un jugador para que quiera ganar. Todos dicen que quieren ganar.  La mayoría de las personas quieren ganar siempre que puedan hacer lo que quieran. Todo tiene que ser perfecto para ellos. Pero hay que sacrificar algo para ganar. Con el grupo de Boston entendí eso. Era hora de que Ray, Paul y Kevin ganaran porque cada uno tenía el éxito individual ".
"Cuando nos reunimos, todos dijeron: 'Bueno, no lo ganarán este año. Lo ganarán el año que viene'. Recuerdo haber pronunciado este discurso: '¿El próximo año? El próximo año seremos mayores. El próximo año podría sufrir lesiones. El próximo año podría ser cualquier cosa. Este es el momento'", añadía un nostálgico Rivers.
El técnico, un buen tío siempre cercano a sus jugadores, es muy conocido por el trato con ellos, por la psicología que utiliza para tratarlos y por la increíble motivación que les traslada, como ya hizo en los últimos playoffs arañando dos partidos a los Warriors en primera ronda. De una gran reputación, es uno de los seis entrenadores en activo con anillo (Popovich, Kerr, Carlisle, Nurse, y Spoelstra están con él en la lista), y además de saber que tiene una nueva oportunidad, entiende como nadie el concepto de grupo.
"Este grupo es nuevo. Esta es nuestra creación. Me siento como ese entrenador universitario, cuando consigues el trabajo por primera vez y tomas a todos los reclutas que están allí y tratas de ganar con ellos. Y luego obtienes tus reclutas. Este es nuestro equipo. ... Y nos sentimos muy bien al respecto", sentenciaba el técnico.

No hay comentarios.